En muchas ocasiones hemos soñado cómo sería nuestro hijo mucho antes de que estuviera en el mundo. En dichos sueños cabía la ilusión y la esperanza por tener el hijo deseado, hijo para el que queríamos toda la felicidad del mundo.
Cuando nuestro hijo llego al mundo, trajo consigo una parte innata llamada Temperamento. Su temperamento que podía oscilar entre un niño muy tranquilo y un niño más inquieto comenzó a determinar su devenir en la vida.
Los papás con normalidad, tenemos más facilidad para relacionarnos con unos temperamentos que con otros, y en función de la capacidad de dichos papás para relacionarse y vincularse con los diferentes temperamentos, podremos empezar a ver la personalidad del niño que más tarde será adolescente.
Los niños y adolescentes viven cambios de manera constante a nivel físico, emocional o social. Todos estos cambios pueden generar dificultades en la evolución del niño.
Ahora sabemos que todos aquellos momentos de la vida de los menores, que no han podido ser integrados y por tanto han dejado necesidades sin cubrir, son el origen de los síntomas que pueden llegar a presentar, que por ejemplo pueden ser:
Problemas de conducta como pueden ser las rabietas.
Dificultades en el control de orina o heces.
Dificultades de sueño.
Miedos evolutivos no resueltos.
Ansiedad o Tristeza.
Problemas académicos.
Dificultades o alteraciones en la alimentación.
Dificultades en la relación con sus iguales.
Adicción a Internet, juegos o teléfono.
Consumo de sustancias.
Conductas oposicionistas.
Desde este despacho de psicología ayudamos a los menores y a sus padres, a que puedan seguir su proyecto evolutivo de manera sana y funcional, sin tener que sufrir los síntomas en su día a día.
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