Quizá solo aquellas personas que en algún momento de su vida han pasado por un periodo depresivo, pueden llegar a entender la verdadera dureza de ese momento. Vivir bajo el paraguas de la depresión, es quizá lo más parecido a desear no vivir. Pero como síntoma que el cuerpo genera como consecuencia de múltiples factores, ahora sabemos que La depresión puede desaparecer de nuestras vidas.
¿Qué es la depresión?
Estamos habituados a usar la palabra “depresión” con excesiva frecuencia. Cuando tenemos un mal día por diversos motivos, nuestro estado de ánimo está un poco más bajo de lo habitual. En días como estos, podemos llegar a utilizar o a pensar en la expresión “estoy deprimido”.
Sin embargo, en todas las personas se da una amplia gama de emociones, tanto de tono positivo como la alegría o la esperanza, como de tono negativo como la tristeza o la culpa. Además estas emociones se muestran en niveles de intensidad y frecuencia distintos en función de cada día. Por tanto, todo el mundo atraviesa periodos de tristeza, soledad o cierta sensación de infelicidad.
Los acontecimientos propios de la vida, están llenos de momentos que por sí solos pueden generar muchos tipos de emociones, bajo las cuales vemos el mundo y la vida de diferente forma.
Dicho esto, solo y cuando los pensamientos alcanzan una intensidad y una frecuencia tal, que son capaces de estructurar nuestro día a día, durante al menos dos semanas, podríamos estar hablando de un trastorno del estado de ánimo. Es decir, solo y cuando la sensación de tristeza es tan fuerte que nos llega a incapacitar para vivir la vida con funcionalidad y normalidad, podremos hablar de depresión.
Tristeza Disfuncional: Se diferencia de la tristeza funcional o normal en su grado de intensidad y duración. Cualquier emoción es sana ya sea de tono positivo como la alegría o de tono negativo como la tristeza. Entonces cuando la intensidad y duración de la tristeza interfiere negativamente en la vida cotidiana de la persona, sin permitir una vida social, familiar o laboral adecuada, estamos hablando de una tristeza disfuncional. Es tal la sensación de vacío, que la persona puede llegar a sentir que ha perdido el deseo de seguir viviendo.
Desgana y anhedonia: Se define la anhedonia como la incapacidad para disfrutar de ningún tipo de actividad. La sensación de no encontrar bienestar en nada de lo que se hace, por muy satisfactoria que fuera la actividad realizada tiempo atrás.
Alteraciones del pensamiento: Desde el punto de vista de los pensamientos, tratamos de explicar cómo en función de la forma que cada persona tenga de interpretar el mundo, tendrá en consecuencia unos comportamientos u otros. Lo fundamental en personas bajo estados deprimidos, es que parte de concepciones distorsionadas basadas en la autoevaluación negativa de tres esferas de su vida:
Ansiedad: es un síntoma que suele acompañar con mucha frecuencia a la persona que está pasando un momento depresivo. Es posible acompañar la depresión con ansiedad o con inhibición. En el caso de la ansiedad, se genera ante la percepción que tiene la persona de que no es capaz, ni será capaz de conseguir o hacer nada, dada la visión desesperanzada que tiene de sí mismo y de la vida.
Insomnio: Lo más común en personas con estados deprimidos son las alteraciones en la higiene de sueño. Puede fluctuar entre la incapacidad para conciliar el sueño o la incapacidad para levantarse de la cama y por tanto para de dejar de dormir, siendo este un sueño poco reparador.
Alteraciones en el apetito: También el apetito sufre modificaciones. Lo más habitual es la pérdida del apetito y como consecuencia la pérdida significativa de peso. En algunas personas el efecto sobre el apetito es contrario y aumenta la cantidad de ingesta diaria.
Disminución de la energía: se produce una gran sensación de fatiga y cansancio que puede llegar a provocar la sensación de incapacidad de levantarse de la cama. Dicha sensación de fatiga suele oscilar a lo largo del día, siendo más pronunciada por la mañana que por la tarde-noche.
Sentimientos de culpa e ideación suicida: La sensación de culpabilidad es muy frecuente en las personas con estados deprimidos. Los síntomas hasta aquí descritos pueden llegar a causar tanto malestar, que a veces las personas llegan a pensar en quitare la vida para aliviar el sufrimiento. Dicho esto, es buen momento para recordar que los trastornos depresivos se curan, y se puede eliminar el sufrimiento sin tener que hacerse uno daño en su propia integridad física.
Por lo tanto y de manera resumida, la depresión es un trastorno emocional que implica cambios importantes en nuestra forma de sentir, pensar y actuar, afectando todas la áreas de nuestra vida, entre ellas a la forma en cómo uno se valora a sí mismo (autoestima). Los episodios depresivos a veces van precedidos de algún estrés psicosocial (la muerte de un ser querido, la separación matrimonial, el divorcio o la pérdida de trabajo). En otras ocasiones pueden estar asociadas a cambios estacionales. Y también los episodios depresivos pueden llegar a aparecer sin causa aparente, volviéndose prácticamente recurrentes en la vida de las personas. Los estudios demuestran, que cuando un periodo depresivo no ha sido correctamente abordado y curado, la probabilidad de aparición de un nuevo trastorno depresivo aumenta, y así sucesivamente, siendo cada vez menos necesario un precipitante externo, para desencadenar un periodo depresivo.
El proceso suele tener estas fases:
1º Pérdida de reforzadores. La persona sufre una pérdida que percibe como crítica. La pérdida puede ser alguna noticia con impacto emocional negativa que supera la ventana de tolerancia de la persona. Recordar que en el caso de que un periodo depresivo sea “mal curado”, la probabilidad de nuevos episodios depresivos serán más probables, sin la necesidad de percibir grandes pérdidas o situaciones vitales negativas.
2º Esta pérdida produce un gran impacto psicológico: dolor emocional. Este dolor se manifiesta en dos cambios importantes: pensamientos negativos (¿por qué a mí?, es por mi culpa; soy un desastre…) sensaciones emocionales y físicas desagradables (apatía, ganas de llorar, problemas en el sueño, etc..)
3º Como consecuencia de pensar así y de sentir esas sensaciones, el siguiente paso es que aparezca la desgana y por tanto se empiece a dejar de hacer actividades. Esto es comprensible: si el estado de ánimo está bajo y los pensamientos giran en torno a la desesperanza, lo que menos nos apetece es hacer cosas.
4º Privarnos de estas actividades placenteras que todos necesitamos para estar bien, se puede conceptualizar como más pérdida, que se añade a la pérdida de reforzadores original. Lo que a su vez, va a provocar más dolor emocional (pensamientos – y sensaciones desagradables). Ambos provocan más desgana cerrando el círculo de la depresión.
5º El siguiente paso será no poder afrontar las actividades que podríamos considerar obligatorias: trabajo, tareas domésticas, etc…. Esto significaría de nuevo más pérdida, fortificando aún más el circuito depresivo, y además crearía nuevos pensamientos de desvalorización, inutilidad y poca autoeficacia.
Elementos Responsables de la depresión
Resumiendo; de todo esto proceso existen fundamentalmente dos elementos responsables del mantenimiento del estado depresivo:
La Respuesta es rotundamente si.
Además el objetivo es poder vivir sin los síntomas asociados a un estado de ánimo deprimido, sin tener que recurrir a la medicación. La medicación genera en el cuerpo una serie de neurotransmisores como pueden ser la serotonina, encargada de la regulación del estado de ánimo, que el propio cuerpo por si solo puede generar.
Pero si acostumbramos al cuerpo a tomar dicha medicación para generar los niveles necesarios de serotonina para un correcto estado de ánimo, el cuerpo dejará de producirlas por sí solo, y necesitaremos de manera dependiente la toma de la medicación a lo largo de nuestra vida.
Por tanto, la toma de medicamentos antidepresivos, es favorable solo en el caso de aquellas personas que están pasando por un momento en el cual, los síntomas están incapacitando a dicha persona. Por ejemplo, sin poder levantarse de la cama. En este caso y para permitir que los síntomas no paralicen a la persona, la toma de medicación está indicada. A partir de este momento, y teniendo como objetivo la mejora del estado de ánimo en ausencia de medicación, debería comenzar el proceso terapéutico, el cual tendría los siguiente objetivos:
Soy Luis Fernando Rivas. Psicólogo.
Si lo deseas, puedo ayudarte.
681 333 452
Consulta: C/ Olivo 18, 1º D - Ciudad Real
Centro autorizado por la Consejería de Sanidad de la JCCM
1307387/1309913
consulta@psicologialuisfernandorivas.com